Hoy, Lunes de Pascua, se celebra en Pedroche la llamada «Función de los Soldados«, la «fiesta de los quintos» como también se suele llamar. Este año les tocaba a los nacidos en 1995.
Sobre su origen ya hemos hablado [ver aquí], y algo de los quintos también [ver aquí], hablemos de otras cosas.
¿En qué ha quedado la fiesta?
El origen, su historia, nos habla de una fiesta singular, digna de promocionar, pero… ¿en qué ha quedado? en lo más básico, en un día de campo familiar en los alrededores de la ermita, donde previamente algunos han asistido a una misa y procesión. Quien haya ido hoy a los actos religiosos lo habrá visto, muy poca gente. Muchos contemplan dos hechos como los causantes de este declive de la fiesta: cuando dejó de haber mili, y que se celebre este lunes.
Hay quien quiere que se celebre el domingo, en plena Semana Santa, pensando que así acudirá más gente, que así acudirán los pedrocheños que vivan fuera. Quizás siendo en domingo acuda más gente, aunque quizás esos turistas tengan el domingo para volver porque el lunes trabajan y no se paren, y quizás chirríe hacer una fiesta religiosa (no olvidemos esto) el «Domingo de Resurrección». Yo no cambiaría el día, se perdería también esa singularidad de la fiesta.
Y después está lo fundamental, que se acabó la mili. Venían los soldados licenciados y en esta fiesta daban gracias a la Virgen de venir «sanos y salvos», y ¿ahora? Deberíamos de tomar en serio las dos opciones que hay: eliminar la fiesta por su falta de sentido, o potenciar la fiesta, con imaginación y, sobre todo, organización. Por supuesto, yo estoy por potenciarla. Imaginad que se eliminasen todas aquellas fiestas que por su origen ya no tienen razón de ser, desaparecerían la mayoría de fiestas populares y tradiciones de nuestros pueblos.
El año que viene cumple 100 años
Lo ideal es aprovechar que el año que viene es el centenario para darle un impulso a la fiesta, que la Iglesia organice la parte religiosa, que el Ayuntamiento organice actividades relacionadas (¿Os acordáis cuando venían soldados de Cerro Muriano?), y que los «quintos» se involucren, participen, se vistan de soldados, hagan la instrucción delante de la ermita y en el puente (sí, como antes).
Si todas las partes implicadas quisieran, tendríamos una gran fiesta, una peculiar fiesta. Y lo primero que tenemos que hacer es olvidarnos de que como no hay mili, no hay fiesta. Hablemos de tradición, esa que tanto gusta (a veces).
Después está lo que sobra
El problema es que después, lo que queda, lo que se comenta, lo que se publica, nada tiene que ver con el fin de la fiesta. Recuerdo años atrás cómo yo mismo utilizaba la palabra «broma» para referirme al entretenimiento al que estamos acostumbrados la noche anterior. Quizás por suavizar el tema de cara al exterior. Y sí, es «tradición» dirán algunos, pero quizás esa «tradición» haya pasado de «castaño a oscuro». Últimamente no se hacen bromas, se hacen destrozos, vandalismo, no tiene otro nombre. No es solo este año, lo que sí parece es que cada año se superan (una farola de tres brazos en el suelo, contenedores llenos de basura tirados por el puente al arroyo, …).
El problema es que para muchos, esto se hace «por tradición». ¿De quién es la culpa de todo esto? Habría que mirar para muchos sitios, incluso hacia nosotros mismos, no solo hacia quien lo hace (recordemos que cada año son personas diferentes, y de familias diferentes). Esto da vergüenza, y tiene que parar: